sábado, 23 de noviembre de 2013

sábado, 16 de noviembre de 2013

Textos viejos III - La estética de Katsuhiro Otomo

Un texto que escribí para la clase de Estética en la facultad. 

Uno de los puntos más controvertidos del estudio de las leyes de la naturaleza es aquel que se refiere a la retrocausalidad. Es decir, cuando los efectos anteceden a las causas. Sin duda, podemos afirmar que la búsqueda del origen de las cosas, las causas, ha sido la piedra angular de la filosofía desde tiempos inmemoriales, pues todo se reduce a la pregunta “¿Por qué?”. Sin embargo, en tiempos más recientes, al hablar de singularidades, los científicos han señalado que en estos casos, los efectos podrían preceder a las causas. ¿Significa esto que tendríamos que retroceder hasta el inicio del universo para ver cómo sucede esto? ¿No existe alguna forma más sencilla? ¿Qué tal si echamos un vistazo al arte?

La obra de Katsuhito Otomo siempre se ha caracterizado por presentar una visión muy particular de la realidad, pues ha logrado algo que pocos artistas no occidentales consiguen: tener un sello distintivo que permite identificar una obra suya de inmediato; al igual que Hayao Miyazaki, cuyo trabajo poco a poco se ha permeado en la cosmovisión occidental, la obra de Otomo siempre se muestra única e irrepetible. Ya sea que trate temas del pasado, como en Barefoot Gen, en el que hace una visita a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, o en el caso de Akira, que se sitúa en el futuro, en una sociedad distópica.            

Al igual que en la retrocausalidad, en la que los efectos preceden a las causas, en la obra de Katsuhiro Otomo podemos encontrar recuerdos de cosas que aún no suceden; imágenes que no hemos visto y que, sin embargo, nos resultan familiares; sonidos que no están ahí y que hemos escuchado en algún lugar. Tal es el caso de la obra que nos concierne en el presente trabajo, Memories, que se compone a su vez de tres piezas cortas: dos de ellas dirigidas por otros, Magnetic Rose y Stink Bomb, y una tercera, dirigida por el mismo Otomo, Cannon Fodder.

En la primera pieza de la película, Magnetic Rose, dirigida por Koji Morimoto se nos presenta un futuro que, curiosamente, está compuesto de hechos pasados. La nostalgia a la que se enfrentan los viajeros del Corona se muestra como una peligrosa trampa envuelta en el delicioso placer de la añoranza. Ya sea que se trate de recordar a una hija perdida, un amor pasado o glorias que quedaron atrás, los recuerdos se muestran seductores y no es difícil abandonar todo y entregarse a ellos. En el corto, se dan cita la animación tradicional japonesa, el anime, y las influencias estadounidenses y europeas. Por un lado, los trazos se alejan de lo usualmente visto en anime, mientras que mantienen un enlace a lo que dicta la tradición; por otro, lo clásico se reúne con lo novedoso en cuanto a la música se refiere, pues hace uso de Un bel di, vedremo de María Callas y de otras piezas que reflejan el progreso de la historia a través de la intensidad de la música.

 En el segundo corto, Stink Bomb, dirigido por Tensai Okamura, podemos observar una vez más la unión de lo tradicionalmente japonés con las influencias americanas en cuanto a los trazos se refiere. En este corto, sin duda un entremés entre el primer y tercer acto (ambos cargados de emotividad y reflexión), la risa es un elemento clave, pues aunque trata un tema serio, el miedo a la otredad, se presenta de tal modo que se hace ligero, que no significa lo mismo que leve. En cuanto a la música, podemos encontrar algo propiamente estadounidense: el jazz y el funk. Estas melodías añaden profundidad al caos mostrado por el director y además funcionan como el soporte en el que está basada la misma comicidad de la obra.
            
Por último, encontramos el corto Cannon Fodder, dirigido por el mismo Otomo y que, a pesar de ser el más corto de los tres en cuanto a duración se refiere, no deja de ser uno de los que tienen mayor trascendencia. Con trazos que recuerdan a la animación europea, propiamente a la francesa, el director logra esa sensación de incomodidad constante que sólo se presenta cuando uno tiene la certeza de que hay algo podrido en el ambiente. En este corto nos adentramos en la vida de una pequeña familia en una ciudad dedicada a la guerra. Todo mundo se entrena y se prepara para un enemigo que desconocen y que, sin embargo, debe ser destruido. Una vez más, el miedo a la otredad se hace presente en la obra de Otomo. La narrativa de este corto se distingue de las demás pues es un movimiento continuo. A través de diversas técnicas de animación, Katsuhiro Otomo logra una fluidez impresionante que hace que un evento siga a otro como si nada. La música de este corto, avant-garde y orquestal, es una adición tremenda para la obra que concluye con un final abierto y que, sin duda, nos deja queriendo más. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Día del Libro

Ayer fue el Día Nacional de Libro aquí en México, una celebración medio inventada, pero bueno, ya qué. Para celebrar, un meme literario.

1. Uno que leí de una sentada: "After dark" de Haruki Murakami, literalmente lo leí en menos de una tarde.

2. Uno que me demoré mucho en leer: "Amadís de Gaula", aún no lo termino. 

3. Uno que sea un placer culposo: "Diario íntimo de un guacarróquer" de Armando Vega-Gil, no me causa culpa, pero no todos mis camaradas ven lo literario. Creo. Tal vez sólo les parece de mal gusto.

 4. Uno que le gusta a todos (o a muchos) pero no a mí: "El Psicoanalista" de John Katzenbach o la saga de Crepúsculo, ja.

5. Uno de viajes: "Contacto" de Carl Sagan.

6. Uno de un Nobel: "Por quién doblan las campanas" de Ernest Hemingway, esos horrores de la guerra. 

7. Uno muy divertido: "El Decamerón" de Boccaccio. Hilarante de principio a fin.   

8. Uno para leer por fragmentos: "Rayuela" de Julio Cortázar, como la Biblia, uno puede leer un fragmento nomás y encontrar algo.

9. Uno con una excelente versión cinematográfica: "A Clockwork Orange" de Anthony Burgess. Esa película es mi favorita, la neta. 

10. Uno con una pésima versión cinematográfica: "Los tres mosqueteros" de Alejandro Dumas. El último mugrero que hicieron (con Orlando Bloom y alguien más) fue eso: un mugrero. 

11. Uno que lo haya motivado a visitar algún lugar: "Cosmos" de Carl Sagan. Segunda aparición de este autor aquí. Hizo que me dieran ganas de acercarme al planetario.

12. Una biografía: Mmmm, creo que no he leído biografías, por alguna razón siempre les he sacado la vuelta. 

13. El primer libro que leí en la vida: “Las aventuras de Tom Sawyer" de Mark Twain, tenía como 11 años.  

14. Uno que haya odiado hace años y hoy admire: "Marianela" de Benito Pérez Galdós. Sigue sin gustarme, pero ahora reconozco su valor histórico, ja.

15. Uno que haya amado hace años y del que hoy reniegue: Creo que ninguno. 

16. Uno ruso que sí haya leído: (¿que nadie lee a los rusos?) "La madre" de Máximo Gorki. Uno de mis libros favoritos y que todo mundo debería leer si lo que quiere es que le hierva la sangre. 

17. Uno de este año: "El futuro no será de nadie" de Óscar de la Borbolla. 

18. El que más veces he leído: "Los tres mosqueteros" de Alejandro Dumas. Sigo siendo un niño, mbre. 

19. Uno que me haya sorprendido por bueno: "Norwegian Wood" de Haruki Murakami. Primero leí sus cuentos y no se me hicieron precisamente espectaculares, pero este libro sí que me encantó.

20. Uno que me haya sorprendido por malo: "Crepúsculo" de Stephenie Meyer, sabía que iba a ser malo, pero no tenía idea de qué tan malo podía ser. 

21. Uno de cuentos: "Crónicas marcianas" de Ray Bradbury. Un genio total. 

22. Uno de poemas: "Romancero gitano" de Federico García Lorca.

23. Uno que me gustaría volver a leer en la vejez: Todos los cómics de Calvin & Hobbes.

24. Uno que no le prestaría a nadie: Mi ejemplar autografiado de "100 años de soledad" de Gabriel García Márquez.   

25. Uno para aprender a perder: "Revolutionary road" de Richard Yates. Incómoda de principio a fin. 

26. Uno que asocie con la música que me gusta: "Cuentos de imaginación y misterio" de Edgar Allan Poe. Literatura de horror y heavy metal, cómo no. 

27. Un libro que me regalaron y no me gustó: Hasta ahora he tenido la suerte de que la gente me conozca antes de regalarme libros, así que me ha ido bien. Puro libro que sí me gusta.  

28. Uno que me haya asustado: Creo que ninguno, mmm, me falta leer más literatura de horror. 

29. Uno que me haya robado: "Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques" de Burroughs y Kerouac. Técnicamente no me lo robé yo. Técnicamente. 

30. Uno que pueda salvar vidas: a riesgo de caer en el lugar común, "El mundo y sus demonios" de Carl Sagan. Tercera aparición del autor. Sí, creo que la ciencia y la información pueden salvar vidas. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Textos viejos II - La necesidad de un Colegio de Traductores e Intérpretes

Un texto de 2011 que escribí para un congreso en la Facultad de Filosofía y Letras.

Comenzaré diciendo que el tema y el título me causaron un dolor de cabeza a la hora de escogerlos. En un principio había pensado en discursar sobre la cuestión ética dentro de la traducción y luego, sobre el ámbito práctico de la licenciatura; pero, tal vez lo más correcto sería aclarar esto desde ahora y decir que trataré de hablar un poco de lo primero, otro poco de lo segundo y algo más de un tercer tema que me vino a la mente mientras pensaba qué decir acerca de los primeros dos: la necesidad de una institución que respalde a traductores e intérpretes por igual, que marque estándares a seguir, que sirva para crear una unidad en tan heterogéneo grupo y, por supuesto, que sea un punto de partida para los que van a terminar sus estudios y necesitan un pequeño empujón. Hablamos, claro, de un Colegio Profesional de Traductores e Intérpretes. Por lo tanto, me gustaría señalar que un nombre más adecuado para esta ponencia sería “La necesidad de un Colegio de Traductores e Intérpretes y un código deontológico apropiado”. La historia es más o menos la misma para todos: uno se inscribe en la escuela y, como cinco años y setenta materias después, se convierte en un orgulloso licenciado con su título bajo el brazo dispuesto a enfrentar el mundo. Al menos, ésa es la idea. Claro que para muchos viene la triste decepción. “Estás muy joven” y “El trabajo se lo dimos a alguien con más experiencia” suelen ser dos de las frases más escuchadas cuando uno está recién egresado de la carrera. ¿Qué opción queda? Refugiarse en el magisterio –y no estoy desdeñando para nada esta hermosa labor, yo mismo soy profesor de inglés en la UANL–; pero, ciertamente, muchos de los que ingresan en la licenciatura de traducción e interpretación lo hacen debido a sus escasas ganas de estar al frente de un grupo. Por supuesto, siempre hay más caminos, casi todos relacionados con call centers, que están más que satisfechos por tener a un experto en inglés entre sus filas. Una vez más, no se trata de menospreciar este empleo. Pero lo cierto es que no ingresamos a la educación superior con la idea de desempeñar una profesión que no sea aquella que estudiamos. Estudiamos traducción e interpretación y queremos ser eso: traductores e intérpretes. Es hora de encontrar el camino.

Primeramente, se deben identificar los problemas. Basta con hablar un poco con algunos de los aquí presentes o con darse un paseo por los distintos foros de Internet y nos toparemos con situaciones que son más comunes de lo que podríamos pensar y que van desde que uno cobra por página, el otro por palabra; éste cobra en pesos, aquél en dólares; teníamos un contrato, no, no es cierto hasta “sí, tú eres traductor, pero en realidad queremos a un ingeniero que sepa hablar inglés”. Así es, inconvenientes hay muchos y la intención del presente ensayo será proponer un esbozo de solución que, claro está, deberá apoyarse en opiniones y sugerencias de profesionales pues, si los problemas nos afectan a todos, las soluciones, por lo tanto, tendrán que venir de todos. Entonces, podemos identificar cinco grandes situaciones: la falta de un código propio de la profesión, la cuestión de los precios, el ámbito legal en las traducciones, la falta de espacios para que los estudiantes realicen prácticas profesionales y, por último, la imagen misma de los traductores e intérpretes ante la sociedad.

El primer punto a tratar y el que resultará ser el núcleo de la presente propuesta será el de la imperiosa necesidad de un código que regule el campo de la traducción. Es decir, hablar de ética en general resulta demasiado amplio y quedarnos solamente con la ética profesional podría no bastar. Debe existir algo más preciso y cercano a la traducción e interpretación. Hablamos de un código deontológico. Rodolfo Alarcón y Manuel Bernal hablan sobre la palabra “Deontología”, creada por Jeremy Bentham y su significado: “Ética profesional es lo que la pulcritud y refinamiento académico ha bautizado con el retumbante nombre de deontología. La palabra (…) aunque muy sonora, es de humilde ascendencia etimológica. –deos, ontos, logos– el tratado o estudio del deber ser[1]”

Con respecto a un código de deontología profesional, comentan:

Conscientes de la importancia y de las responsabilidades morales inherentes a las profesiones, muchas asociacionesnacionales (…) han construido, desde hace tiempo, códigos oficiales de deontología profesional, los cuales contienen una colección de normas de comportamiento.

(…) estas asociaciones tienen un estatuto público y sus códigos (…) gozan, por lo tanto, del aval de las leyes del Estado y su autoridad las puede hacer valer coercitivamente. Pero, por encima de las normas de carácter jurídico coactivamente exigibles, estos códigos tienen también orientaciones generales de naturaleza propiamente ética (…)

Estos códigos constituyen, pues, una buena guía para la elaboración de una ética profesional, propiamente dicha, sea en lo referente a la parte normativa, sea en lo relativo a los fundamentos básicos.[2]

Es decir, podemos pensar en un código deontológico como una serie de señalamientos que nos dirán qué hacer y qué no hacer con respecto a nuestra práctica profesional y, si bien se supone que, al graduarse el alumno, la universidad, en nombre de toda la sociedad y con autorización del gobierno, lo considera idóneo para el ejercicio, nunca estará de más un pequeño recordatorio sobre el correcto proceder y que, además, servirá como la piedra angular para el resto de las cuestiones aquí planteadas. Conforme avancemos en el presente trabajo iremos construyendo poco a poco nuestro código deontológico. Primeramente había que definirlo, cosa que ya hemos hecho: una guía del correcto proceder profesional. Ahora, aquí cabría hacer la primera propuesta: la modificación del plan de estudios para incluir el código deontológico como parte de la formación académica del estudiante de traducción. Hay que recordar que solamente lo hemos definido, aún no lo construimos, por lo tanto, habremos de retomar este punto al término de la ponencia. ¿Por qué resulta pertinente esto? Porque para que un cambio resulte efectivo, debe hacerse desde la raíz. Debemos ir hasta la concepción misma de la profesión del traductor dentro de la cultura mexicana y, para realizar esto, debemos comenzar por cambiar la mentalidad de los alumnos con respecto a su carrera y, la única manera de lograrlo, será a través de un código que les sirva de guía.

Comencemos pues, con la construcción del mismo. Hay que recordar que el objetivo final es que toda esta teoría pueda ser llevada a la práctica. Después de todo, traducimos para comer; por ende, hay que hablar de dinero. Aquí podemos hacer una referencia a Quino y su tira Mafalda; en particular al personaje de Libertad y su mamá, que es traductora. Libertad comenta que el último pollo que comieron fue escrito por Jean-Paul Sartre. Definitivamente, lo nuestro es ir tras la chuleta, lo que es perfectamente válido; pero, para hacer esto, hay que perderle el miedo al dinero. ¿A qué nos referimos con esto? A que, a veces, con tal de quedarnos con un trabajo, terminamos abaratando nuestra labor o, simplemente, somos muy malos para cobrar. La estandarización será el primer paso para la creación de nuestro código, que a su vez nos llevará al Colegio Profesional de Traductores e Intérpretes. ¿A qué nos referimos con estandarización? A que no pueden continuar prácticas como cobrar por página o por palabra de manera arbitraria. Hay que señalar un tabulado detallado de los costos idóneos. Eso se convertirá en dos cosas: la seguridad del cliente de que no lo están estafando y en la herramienta perfecta para vender nuestro trabajo, porque entonces ya no será cuestión de precios, sino de calidad. Con esto se buscará eliminar la tendencia de abaratar el mercado. ¿Cómo llegar a este listado de precios? A través de la colaboración. Son dos las grandes universidades de Nuevo León: La Universidad Autónoma de Nuevo León y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey; sin embargo, sólo la primera ofrece la licenciatura en traducción e interpretación; por lo tanto, será menester que esta universidad se encargue de entablar el diálogo con los distintos profesionales de la traducción a través del estado para llegar a un común acuerdo sobre los aranceles adecuados. Una vez más, resolver esta situación será comenzar a sentar las bases que servirán a nuestro Colegio de Traductores e Intérpretes, que, sobra decirlo, se verán respaldados por el mismo cuando se trate de realizar algún cobro. Lo que nos lleva al segundo punto.

Los traductores en términos de la legalidad: ¿Qué pasa con los textos literarios, manuales, informes y demás contenido que vamos a llevar de una cultura a otra? ¿Quién se queda con los derechos de autor? ¿El traductor? Difícilmente. Es necesario emprender la formación de una cultura de la legalidad que le sirva al profesional de la traducción para proteger su trabajo y a él mismo. En horrible situación se encuentran quienes, a mitad de un proyecto, reciben el aviso de que todo se cancela y gracias por sus servicios. En muchos de los casos, no existirá un contrato que estipule las condiciones de trabajo y lo que pasaría en caso de una repentina cancelación. No, probablemente hubo un apretón de manos –si es que se llegaron a ver, puesto que ahora ni siquiera es necesario salir de casa para trabajar– y, si la suerte está de parte del traductor, un anticipo. Y nada más. Ésta es una de las situaciones que deben cambiar. Con la creación de un organismo que proteja a los traductores e intérpretes, será posible transformar esta realidad. De igual modo, serviría para orientarlos en cuanto a sus obligaciones fiscales se refiere. Cosa que, si bien no es tan complicada, ciertamente puede volverse un dolor de cabeza. Estar dentro de un marco de la legalidad será la solución a otro de los problemas frecuentes del mundo de la traducción y un punto más dentro de nuestro código deontológico.

Recordemos que estamos proponiendo la creación del Colegio de Traductores e intérpretes desde la Universidad Autónoma de Nuevo León ya que, de las dos grandes universidades del estado, es la única que cuenta con una licenciatura dedicada especialmente a esta actividad. Por consiguiente, como toda universidad, necesita que sus educandos tengan algo de experiencia profesional antes de que ser egresados. Sin embargo, aquí nos topamos con una dificultad; ya que los alumnos de Ciencias del Lenguaje se ven en la necesidad de dar clases para satisfacer el requisito de completar el Servicio Social –aún cuando el Reglamento del Servicio Social no lo señale–. Si bien el interés de éste es, precisamente, prestar un servicio a la comunidad, no existe razón por la que no se pueda cumplir con lo que marca la ley y que, a la vez, sirva de práctica para el alumno. No todos tienen la vocación de ser maestros y muchas veces se pierde más al poner alumnos al frente de un grupo cuando claramente su lugar está en otra parte, probablemente detrás de un escritorio y con un diccionario en la mano. Es una situación de perder-perder. Ni los estudiantes de preparatoria obtienen lo que necesitan, ni el alumno gana aunque sea un poco de experiencia que sí sea relevante a su campo de estudio. Por otro lado, el coordinador del departamento de inglés recibe personas que no quieren estar ahí, que hacen algo que no les gusta y que sólo trastoca el orden que ellos intentan mantener. Vamos, no se trata de ponerse fatalistas, pero sí de señalar que es un problema que podría ser solucionado a través de lo propuesto en esta ponencia. Si existiese un Colegio de Traductores e Intérpretes, podría apoyarse con el Estado y la UANL y encontrar espacio para esos alumnos en puestos en los que sí resulten útiles. Una vez más, se trata de colaboración. Puede ser algo tan simple como buscar acomodo para unos alumnos a cambio de algún taller o curso, que, a fin de cuentas, nunca están de más. Siempre hay que buscar el perfeccionamiento de la profesión. Un punto más en nuestro código deontológico.

Por último, ¿qué pasa con la imagen pública y la concepción propia de los traductores e intérpretes? Aquí es donde se vuelve fundamental un Colegio Profesional de Traductores e Intérpretes. Ciertamente no será lo mismo tratar con un individuo que con un gremio. Un Colegio va a respaldar a los profesionales, va a buscar formas de beneficiarlos y de servir como la identidad que una a todos los dedicados a continuar la labor de San Jerónimo. Actualmente existen asociaciones como ATIMAC o la OMT; no obstante, pueden no resultar suficientes para dar abasto a todas las necesidades que surgen de un mundo en constante evolución como lo es el de la traducción y la interpretación. Un Colegio representaría la oportunidad de trabajar en conjunto por el bienestar de la profesión. ¿Qué pasa con aquellos que son ingenieros o arquitectos y que, por alguna razón, se convirtieron en traductores? ¿Quién habla por ellos? Un Colegio lo haría. Buscaría la forma de crear algún curso que los certificara como traductores, así como uno en el que ellos pudieran compartir su conocimiento como expertos en otro campo, de manera que aquellos que estudiaron la carrera de traducción puedan tener un panorama más amplio del mundo. El Colegio de Traductores e Intérpretes buscará que ocurra una situación ganar-ganar entre sus miembros. Podemos afirmar, por consiguiente, que sólo a través de la preparación continua y de la unión se podrá salir adelante en la sociedad del siglo XXI. Sólo a través de la unión se logrará transformar la imagen de los traductores e intérpretes.

Recapitulemos y concluyamos. Hemos hablado sobre diversos problemas a los que se enfrentan los profesionales de la traducción e interpretación: la cuestión económica, la legal, la de la experiencia o cómo empezar en el negocio de la traducción y la concepción que puede tener el mundo sobre los que nos dedicamos a esta profesión. La solución a todos estos problemas la vamos a encontrar en un código unificador –llámesele deontológico–  que marque la pauta a seguir y que sirva como el núcleo de una institución que respalde, oriente y regule a traductores e intérpretes por igual. Nuestro código deberá incluir las nociones de aranceles, el fomento a la legalidad, la preparación y la cooperación entre profesionales en aras de la mejora continua. Esta institución debe nacer de aquí, de las aulas de la Universidad Autónoma de Nuevo León, pues aquí es donde yace el material más valioso con el que contamos: los estudiantes, aquellos que están deseosos de aprender y que revolucionan constantemente el mundo. Éste es el lugar del que nuestra carrera debe abrevar sus conocimientos, pues es en las mentes jóvenes, las que aún no se ven corrompidas por pensamientos negativos y de impotencia, de donde surgirán las ideas que nos llevarán al futuro. Es posible, otras ramas del estudio lo han hecho. Ya existen precedentes, es hora de que nosotros también tomemos partido en lo que ocurre a nuestro alrededor, no podemos ser meros observadores, debemos convertirnos en participantes activos, debemos unirnos y luchar por una causa en común. Tenemos que trabajar juntos pues así, y sólo así, podremos llegar a algún lado.



[1] Alarcón, Rodolfo y Bernal, Manuel. Hacia una reflexión ética en la universidad. Centro de investigaciones para el desarrollo. Colombia, 2003.

[2] Ibídem

lunes, 11 de noviembre de 2013

Textos viejos I - El discurso políticamente correcto como forma de dominio social

Una ponencia que escribí junto con Raquel Domínguez hace ya un buen rato. La rescato nomás porque sí.

¿Cómo lograr dominar una nación? ¿Cómo lograr imponer una ideología? ¿Cómo triunfar en la conquista intelectual de un pueblo? La respuesta la encontramos en el lenguaje: la instrucción es muy clara: divide y vencerás. Pero, ¿cómo lograrlo? Mediante la confusión; si se consigue, el resultado será un pueblo sometido. Eso lo tienen muy claro quienes están en el poder, los que se encargan de servir como canal entre el pueblo y sus gobernantes, quienes se encargan de llevar el mensaje, quienes se encargan de transmitir la información. 


Un ejemplo claro lo proporciona George Orwell: la neolengua. En su novela, 1984, se habla de la manipulación del lenguaje para lograr la dominación de un pueblo a través de un idioma simplificado que se ve despojado de todo concepto que pudiera suponer un peligro para el orden establecido. En el texto, se mencionan palabras tales como “buensexo” que reemplaza la noción de “castidad”, “nobueno” que hace lo propio con “malo” o “bienpensadamente” que sustituye a “de manera ortodoxa”. Es decir, se eliminan los significados no deseados de la palabra de modo que la libertad de pensamiento no exista en la mente de los hablantes. 



Habrá que hacer un pequeño paréntesis para comentar que, ciertamente, la primera restricción a la que se enfrenta el ser humano es del tipo lingüístico; pues el lenguaje es lo primero que percibe, incluso mientras está en el vientre materno. Cabe señalar que, además, los conceptos de cultura y lenguaje se encuentran íntimamente ligados: uno no puede existir sin el otro. El lenguaje es un producto cultural que, además de que depende, coexiste con la sociedad que lo instaura y lo modifica. Es por esto que se puede afirmar que la primera y última restricción cultural a la que se verá sometido el humano, es el lenguaje. 



Sin embargo, esto no quiere decir que la distopía presentada por Orwell sea una realidad a la que haya que someterse. Es el propósito de este ensayo invitar al público a realizar un análisis de la forma en la que el lenguaje es utilizado como un medio de manipulación, condicionamiento social y un modo de mantener la hegemonía. 



Quizás sería pertinente hablar un poco sobre cierta coacción que se encuentra presente en nuestro lenguaje, la ideología. Ésta determina no sólo nuestra manera de hablar, sino también el sentido de nuestras palabras, confiriéndoles no sólo sentido, sino también poder; ya sea de persuasión, de convocatoria, de consagración, rechazo, entre otros (Reboul, 139). 



La ideología en un principio fue considerada un peligro para el orden constituido, después, se le tomó como todas estas doctrinas que mantienen el orden establecido; actualmente, se tiene una concepción mucho más neutra, en la que se ve a la ideología como toda representación objetiva que se puede estudiar desde fuera, cuya función es servir de código implícito a una sociedad (141). Dicho código podrá expresar las experiencias de esta cultura y, sobre todo, justificar sus acciones así como sus conflictos. Cabe mencionar que uno de los aspectos más importantes de la ideología es que se encuentra al servicio del poder y su función es justificar su ejercicio, además de legitimar su existencia. 



Althusser distingue diferentes tipos de lo que él llama “aparatos ideológicos de estado”, los cuales pueden ser religiosos, escolares, familiares, jurídicos, políticos, sindicales, de información y culturales. Estos aparatos existen con el fin de establecer y preservar el poder del Estado; y funcionan por medio de ideologías, sólo en menor medida recurren a la violencia (Althusser.) 



La ideología es, pues, la justificación más o menos racional de un poder, el cual conserva un elemento sagrado que aquélla tiene por objetivo disimular. La ideología es profana en cuanto define un espacio de racionalidad que permite a los hombres coexistir, criticar, cuestionar, sin destruirse. Pero es sagrada por el hecho de que ejerce su violencia contra todos los que transgreden este espacio, los que emplean otras fórmulas, los que plantean otras preguntas que las que ella autoriza. Y a la vez legitima esta violencia bajo la apariencia de la razón (Reboul, 148) 



Las ideologías pueden manifestarse de muchas maneras distintas, mediante cosas como estructuras, actos y prácticas, instituciones, símbolos, entre otros. Sin embargo, es el lenguaje el lugar en donde la ideología ejerce directamente su función específica ya que no hay texto que no sea ideológico y ninguna palabra es inocente. 



Un recurso utilizado para estos fines, es el de la corrección política en el lenguaje. La definición que se usará en el presente trabajo del discurso políticamente correcto es la de uno que no busca excluir, sino que busca la unificación y la aceptación generalizada, es decir, una forma de expresión que pretende satisfacer a la mayor cantidad de gente posible sin ofender a nadie. Se puede afirmar que ha pasado a ser prácticamente un sinónimo del concepto de eufemismo ya que se encarga de servir como el instrumento más poderoso de una ideología, aquél que le sirve para ejercer su función específica, aquél que es usado para legitimar la violencia cuando el poder debe recurrir a ella, haciéndola parecer como derecho, necesidad o razón de Estado, en suma, disimulando su carácter de violencia. V.H. Lévy comenta que no sólo es un instrumento, sino que es la forma misma del poder. 



Freud hace notar cómo la sociedad recurre en un principio al totemismo y a la prohibición sexual, es decir al tabú, como una forma de control o restricción en la cual se muestra lo correcto o lo incorrecto para una sociedad en específico. Aquellos que violentasen las reglas en torno a estos dos conceptos, sufrirían las penas correspondientes, por lo que se puede afirmar que en las sociedades, no sólo las antiguas, se recurre al tótem, por ende al tabú, lo prohibido, como la manera de reprimir y mostrar el poder que se tiene sobre alguien. 



Esta visión de lo correcto e incorrecto continuó evolucionando a formas cada vez más organizadas que, se convirtieron en las grandes religiones. Un sistema de creencias que definía lo bueno, lo malo y una forma de pensar general, es decir, una misma moral aplicaba en todos los casos, aún cuando fueran diferentes individuos, todos estaban unidos por una religión en común, por lo tanto, podemos afirmar que en este tipo de estructuras, lo que era bueno para el individuo, era bueno para la comunidad. 



Maquiavelo señala que el gobernante está obligado a obedecer a la utilidad y la eficacia y no a la moral, es decir, quien tiene el poder debe pensar en lo que es útil, no correcto. Esta idea no sólo le concierne a la política, pues afecta de igual modo a la ciencia, las artes, los negocios y demás. ¿Debe detenerse un científico en su afán de progreso si la gente lo ve con malos ojos? ¿Debe un médico dejar sufrir a su paciente con tal de mantenerlo vivo un par de horas más? Surge entonces la pregunta: ¿Qué se debe hacer? Los humanos, como seres gregarios, deben buscar el balance entre ellos, como individuos, y los demás. Es decir, debe haber un punto medio entre la autonomía ética, lo que es correcto para el individuo, y la moral colectiva, lo que es correcto para un determinado grupo. 



El eufemismo, que nace del miedo, es la forma actual para medir lo correcto y lo incorrecto además de tener el propósito de suavizar la realidad, no de cambiarla; pretende maquillar algo desagradable para volverlo un poco más tolerable; nace de lo prohibido, de aquello que significa un peligro para lo establecido, una amenaza para las convenciones sociales y es, en el entendimiento maquiavélico de los gobernantes, la medida perfecta de control, la forma ideal de mantener a flote su ideología. 



El eufemismo, en su afán de proteger a la sociedad de algo “desagradable” engendra algo mucho peor: la confusión, la ambigüedad, la desinformación. Foucault, en su Historia de la Sexualidad acuña el término saber-poder, con el que explica que el conocimiento no es neutral ya que determina las relaciones de poder, quien tenga el saber, tendrá el poder. El gobierno, tiene el saber pero, cuando se trata de transmitirlo, la ambigüedad lingüística, mediante los eufemismos, mediante el discurso políticamente correcto, hace que este saber se vea obstaculizado y difícilmente llegue a alguien. 



Como corolario, podemos señalar que resulta incluso aún más preocupante que el uso tan común de la ambigüedad en el lenguaje, el poco interés demostrado para hacer algo por disipar esas penumbras lingüísticas que impiden apreciar el verdadero significado y propósito de las palabras. Por eso, es importante señalar que se debe fomentar una cultura del análisis, una cultura que cuestione, que busque la verdad, que no se conforme con obtener una información previamente digerida: se debe fomentar una cultura que entienda que el lenguaje es un arma poderosa que, en malas manos, es muy peligrosa, y que fenómenos como el lenguaje políticamente correcto poco a poco van minando la libertad. 







Bibliografía 



Althusser, Louis. Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan. 

www.philosophia.cl/Escuela de Filosofía Universidad ARCIS 


D’Urgell, Jaume. La bitácora de Jaume. Ciutadans y el Neolenguaje. 17 de febrero de 2010.http://jau.me/post/ciutadans-y-el-neolenguaje 



Foucault, Michel. Estética, ética y hermenéutica, (1978). Barcelona, Paidós, 1999. 



Reboul, Olivier. Lenguaje e ideología. México: Fondo de Cultura Económica, 1980

domingo, 10 de noviembre de 2013

Cobranza

Hoy me dediqué a cobrar, nada más. Reaprendí una gran lección: siempre pedir anticipo. 

sábado, 9 de noviembre de 2013

Final Fantasy VII

El primer Final Fantasy que jugué fue el VII, fue en 1997, en un lugar llamado Club Nintendo en Cd. Victoria, lo jugué en un Playstation de aquellos años y recuerdo que no pasé del primer jefe, pero quedé encantado con el juego. Era lo máximo, así que lo quería. Se lo pedí a Santa Clos, que nomás no supo dar con él, así que se lo pedí a los Reyes Magos, que sí lograron conseguirlo. Final Fantasy VII para computadora en 1998. Uff. Lo mejor del mundo. Ahora, muchos años después, sigo disfrutándolo, sigo jugando y aún no lo he podido terminar. La primera vez vendí el juego. La segunda logré avanzar mucho, pero había problemas con el disco así que no pude seguir. La tercera logré conseguir un parche para avanzar en el juego y llegué hasta el final, pero la computadora se descompuso y ya no terminé. Ahora, la cuarta vez, me dispongo a terminarlo, pero en grande, con todos los logros conseguidos y de manera épica. Escribo esto como el niño de 1997 que se emocionó´con aquel videojuego.

Escribo esto mientras saco mi tarjeta de crédito para ordenar esto otro:

http://www.ebay.com/itm/Final-Fantasy-7-Collectible-Edition-Action-Figures-/221315785396?pt=US_Action_Figures&hash=item338772e2b4

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Dos directores de cine de horror en el torito sinaloense

Primer día de trabajo en el Festival Penumbra. Me tocó acompañar a los organizadores y a dos directores de cine a cenar. Fuimos al Torito Sinaloense para mostrarles un poco de nuestra cultura... o algo así. Los directores eran Chad Crawford Kinkle y Eric England, directores de Jug Face y Contracted, dos películas que se mostrarían en el festival. Tomamos cervezas y tequila y comimos mariscos. La cena fue todo un éxito y al final todo mundo salió bien contento, ya veremos qué tal se pone el resto del festival. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

Biblionautas en la Casa del Libro

Hoy fue la primera sesión de Biblionautas en la Casa del Libro de la UANL. Estuvo dedicada al terror, pero a la mera hora, no fue tan espeluznante. Leímos "En donde viven los monstruos" de Maurice Sendak y los niños hicieron calcetíteres de miedo. Espero que el próximo domingo, que toca una sesión de Sor Juana, el resultado sea igual o mejor. No saben cuánto me divierto con Biblionautas. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Caronte

Para Halloween hice un pequeño regalo a mis amigos de Biblionautas y a la gente que de un modo u otro ha compartido el viaje.

http://issuu.com/manugomez7/docs/caronte

miércoles, 30 de octubre de 2013

Cumpleaños de mi papá

¿Por dónde empezar? No lo sé, la verdad es que yo nunca pasé por una fase en la que odiara a mis padres o algo por el estilo, nunca fui tan adolescente. Siempre los he querido mucho, muchísimo. Bueno, es que tanto mi papá como mi mamá son lo mejor del mundo. Mi mamá siempre dispuesta a apoyarme en todo lo que haga, ya sea pensar en dejar mi trabajo, y mi papá, siempre con libros, cómics, conciertos y consejos sabios. Hoy cumple años mi jefe. 55 años. Creo que si tuviera que ejemplificar cómo veo a mi papá, pondría una foto de Mufasa. Y vaya, quisiera escribir más, pero creo que todo me lo guardaré para mí. Sólo puedo decir: felicidades, papá. 

martes, 29 de octubre de 2013

Yamasan Ramen House

Día con día me vuelvo un cliente más asiduo de este negocio en la Plaza Tanarah de San Pedro, Nuevo León. Los platillos son deliciosos y, sin duda, te dejan con ganas de volver por más. A estas alturas ya conozco a la mesera que usualmente me atiende y el chef ya me dio su tarjeta de presentación. Los precios no son los más baratos del mundo, pero vaya que vale la pena pagar un poco más por semejante manjar.

sábado, 26 de octubre de 2013

El regreso de Fantomas, la amenaza elegante


Hace muchos años, cuando era niño, mi papá solía ir a la revistería y, al regresar, decía “aquí dejo esto, pero no lo vayan a leer porque es porno”. Obviamente, lo primero que hacía yo era correr por el texto en cuestión. Y no, no era porno. Digo, al menos la mayoría de las veces. Era el cómic de “Fantomas” en la versión de Editorial Vid; es decir, me tocó crecer leyendo los argumentos de Hilda Zacour y no los de Sotero Garciarreyes, que son los que recuerda mi papá, o Gonzalo Martré, que fue responsable de las incontables referencias literarias y artísticas que hicieran tan diferente al personaje creado por Rubén Lara.

Muchos años después, en Zacatecas, tuve la oportunidad de estrenarme en el mundo de los congresos literarios con una ponencia sobre Fantomas. En general fue bien recibida y hasta conseguí el mail de una muchacha guapa. Éxito total, diría yo. Al poco tiempo, pude presentar la misma ponencia, corregida y aumentada, en Buenos Aires, Argentina. Una vez más, el público mostró interés en el cómic. Estas dos anécdotas deberán servir para darles una idea de cuánto me emocioné cuando escuché que se publicaría un nuevo libro sobre mi héroe de la infancia, aquel que guarda un sitio en mi memoria junto con Mafalda y Calvin & Hobbes como las lecturas que definieron mi forma de ver el mundo.

Encargué a una amiga un ejemplar del libro; por supuesto, no pudo conseguirlo. Yo no contaba con que mi papá, como hace muchos años, sí logró que le trajeran uno. La historia se repetía y las aventuras de la amenaza elegante eran llevadas a casa por mi señor padre, así que, en honor a este momento nietzscheano hice lo mismo que cuando era niño; es decir, me apoderé del libro antes de que otra persona lo agarrara; por desgracia, la lectura resultó decepcionante. Gonzalo Martré, otrora escritor de la serie, tomaba de nuevo la pluma para darle vida al personaje, pero más que resucitarlo, pareciera que lo convirtió en una especie de zombi. Un muerto viviente sin ánima alguna.

“El regreso de Fantomas, la amenaza elegante” es un texto agridulce, por así decirlo. Encontramos todos los elementos que hicieran tan maravilloso al personaje: ciencia ficción, literatura, arte, aforismos, lucha social y compromiso con los desamparados. Ahí estaba, la mezcla exacta de James Bond y Robin Hood; no obstante, también hizo presencia la amargura del escritor, que intentó realizar una especie de sátira que no pasó de  un mal chiste. Una broma que se gasta muy pronto y que fastidia al lector pues entorpece lo que, de otro modo, podría haber sido un buen texto. No sé qué pretendía Martré con episodios en donde Fantomas pasa al baño, sin duda uno de los momentos más lamentables del libro, por no mencionar que incluso usa la frase “donde el rey va solo” para referirse al sanitario. Así es, la amenaza pierde lo elegante y se come unos tacos de suadero que le provocan un malestar estomacal de tal magnitud que, al parecer, es digno de aparecer en la historia.

Pero no termina ahí. Martré también habla de la vida sexual de Fantomas, de cómo el Profesor Semo, figura paterna del protagonista, crea una superviagra y una especie de espermicida que es usado con las bellas asistentes quienes, además, son sodomizadas de vez en cuando, de acuerdo al autor, que parece bastante resentido por no formar parte del canon literario, pues no pierde la oportunidad de hablar de “ese grupo de escritores heterodoxos postergados perversamente por las mafias literarias, los críticos aburguesados, los editores ignorantes y los libreros fenicios”.


Correré con el riesgo de pertenecer a este grupo y diré que el libro de Martré y su versión de Fantomas no son sino un chiste de mal gusto y una vulgaridad que pasan con pena por las manos del lector, quien se hará un favor entre más pronto olvide este texto y corra a sus librerías de viejo a buscar aquellos cómics que dieran vida al legendario ladrón francés. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Entrevista a Patricio Sturlese

Entrevista a Patricio Sturlese

1.- Con El umbral del bosque ya son tres libros que tratan sobre Europa en el pasado, ¿qué te llama la atención de ese contexto?

Creo que Europa es la cuna de nuestra cultura occidental y tiene los vestigios de lo que sucedió en una época: el mundo medieval, el mundo feudal, una vez fue el centro de nuestra civilización y ahora sólo ves simples castillos en la punta de una montaña. Europa tiene escondido todo un catálogo de personajes que me parecieron atractivos a la hora de contar una historia gótica con el tema de la iglesia. 

2.- En El inquisidor, vemos el lado humano del personaje principal y nos muestras que no todo es blanco o negro, ¿cuál es tu sentir frente al maniqueísmo histórico en América Latina?

Bueno, sucede esto: es utilizado en discursos para crear fantasmas, monstruos y esas cosas que espantan para dirigir voluntades. Evidentemente, creo yo, este discurso nos pone en tiempos medievales en la política, ya no hablamos de Europa la vieja, sino de América la vieja, con prácticas que son oscurantistas.

3.- Hiciste estudios en el Colegio Máximo de San Miguel, en donde también estuvo el ahora Papa, Francisco I, ¿hubo alguna reacción de parte de la institución por libros como El inquisidor o La sexta vía?

El inquisidor lo leyó el decano y bueno, todos los compañeros de Bergoglio están como profesores; él mismo fue profesor y decano; creo que la prueba de fuego la tuvo ahí adentro del teologado jesuita. Cuando el libro salió recibí una catarata de críticas porque pensaban que venía a atacar a la Iglesia. Vaya, sólo con la imagen de la portada basta, un inquisidor con llamas y un pentagrama invertido… huele a problemas. Por otro lado no podría contar una historia sobre un inquisidor sin meter al lector a la cámara de tormento. Uno pasa por diferentes tensiones, tiene indiferencia, tiene relaciones sexuales, que algunas personas no me perdonaron que en un libro donde hay una misa, cardenales y sacerdotes de repente haya una orgía o un aquelarre de brujas, pero yo me comprometí a mostrar una historia, mi objetivo era ése y que cada uno dijera quién es el bueno y quién es el malo. Luego uno se da cuenta de que el héroe mata y el villano no mató a nadie y al final la decisión sobre quién es el bueno y el malo la tiene el lector.

4.- Defines tus libros como sacrothrillers, ¿cuáles son los elementos de este género?

Es un género que se inauguró, a mi criterio, con Morris West hace más de 40 años con novelas como El abogado del Diablo, un australiano que escribía intrigas palaciegas; luego vino El nombre de la Rosa de Umberto Eco, que mostró la vida monacal.

5.- ¿Cómo reconcilias tu formación religiosa con la escritura de libros que incluso han sido llamados “anticlericales”?

Antes de ser escritor soy católico. Esto es literatura, es ficción, y el espíritu con el que creé esta novela fue mostrar una historia que yo no inventé. Cuando nací ya existía el mal, ya existían las historias de brujas, yo no creé al Santo Oficio. No me puse en un rol de ordenar todo el mensaje para que fuera una ofensa a la Iglesia o al poder político; lo muestro, pero obviamente hay facciones dentro de toda religión que son más exacerbadas que otras. El protagonista, en el siglo XXI, de una novela del siglo XVI es un sacerdote católico, con dudas, con aciertos, con lo que fuere.

6.- En varios lugares retiraron tus libros de las estanterías, ¿cómo crees que un autor debe enfrentar la censura?

Cuando me enteré yo estaba llegando a El Salvador y me dijeron que habían retirado mis libros y cancelado las presentaciones. Me encontré con un cuadro netamente inquisitorial en carne viva por un libro de ficción en una librería. Lo que hice fue pararme aún más fuerte en mi punto que es “no tengo que explicar nada porque las verdades se explican solas”. Me comuniqué con los dueños y me dijeron que les parecía que venía a esos lugares a contaminar la literatura. Yo los entiendo, son personas católicas, pero yo también lo soy, los sacramentos son los mismos y no hay nada que dé capacidad de censurar a un autor de ficción. Yo les dije “muchachos, léanlo y si los ofende, les pido disculpas personalmente” pero lo leyeron y al cabo de tres meses se estaban vendiendo al doble porque ya había trascendido que había sido censurado.

7.- Como católico, ¿cómo vives tu afición al death y black metal?

Escucho a Dimmu Borgir; no me importa la letra, yo consumo tensiones auditivas, pueden decir que se levantan en la mañana y van a comprar pan o que se bañan en sangre, me da lo mismo. El metal tiene tal similitud con la música clásica que cuando uno los mezcla con filarmónicas se da cuenta de que hablan el mismo idioma. Ahí están las bandas de black sinfónico, con una visión medieval, ahí están las carátulas, con los bosques, las hachas, todo muy gótico. Vamos, si voy en un auto pongo la radio con los clásicos de los 80, pero cuando camino o estoy solo escucho bandas que las conocen solo los padres de los músicos. Escribo una escena, escucho dos o tres canciones de black y me marcan la ecualización de la escena que viene después.

8.- Es curioso porque el black tiene una temática satánica…


Bueno, hay quien dice “nosotros somos ateos y hacemos black, hablamos de satán, pero no creemos en nadie” Pero tienes a gente como Glenn Benton que es un payaso, está con la cruz invertida, pero al final del año va a la discográfica y agarra sus dólares. Claro, a veces escucho a Deicide, pero yo solo tomo los sonidos. Esta música siempre tiene el fantasma de lo moral detrás. Estamos en épocas en donde una banda de black metal noruego horrorizaría a los rockeros de los 70. También tienes a bandas de white metal que hacen mucho ruido, pero que dicen “la eucaristía te libera del pecado”. Muchachos, hagan música y no se fijen en la letra. 

jueves, 24 de octubre de 2013

Entrevista a Yussel Dardón

Aquí la entrevista al autor de Motel Bates.

Entrevista a Yussel Dardón

1.- El año pasado ganaste el Premio Julio Torri, ¿es aún tu existencia un filme de bajo presupuesto?

Sí, por supuesto que sí. Vamos, el premio tiene una caducidad económica bastante corta, sobre todo con estos cambios de precios; de repente tienes dinero y bueno, lo primero son las deudas y luego libros, películas, discos y hasta el final la ropa, es lo de menos.

2.- Motel Bates es un texto con un ritmo vertiginoso cuya lectura, historia tras historia, nos recuerda a las puñaladas de la famosa escena de Psicosis, ¿por qué elegir este estilo que se asemeja más a un corto cinematográfico y no una novela?

Cuando empecé a escribir el libro tenía muy clara una idea, que era apostar por el ritmo. Quiero escribir pequeñas historias con ritmo, hay oraciones cortas, largas, cortas, largas. Siempre pienso en qué música quiero para un libro, cuando empecé este libro pensé en un disco de Mike Patton y dije “quiero este ritmo”, es muy complicado. Cuando escribí estas pequeñas estampas trabajé con el ritmo de pregunta-respuesta, que me dijera algo. Así que empecé a armar una estructura de acordeón, uno a uno, hasta que en medio queda el cuento “Extraños en la noche” y en medio de ese cuento, la frase que define al libro. Una voz ajena a todo el libro, como el director que da acotaciones. Me interesa el vértigo de lo breve.

3.- Día a día la literatura se nutre de nuevas y más variadas fuentes, una de ellas es el cine, ¿qué otro tipo de narrativas integras en tu escritura?

El cómic. Uno empieza a ver cómics, novelas gráficas, que cada vez son hasta mejores que muchos de los libros que se escriben actualmente, por ejemplo Watchmen o las historias de Neil Gaiman, con The Sandman. La música, las letras de canciones, las fotografías. A mí me gusta este concepto de los instantes, pequeñas cosas que puedes ver, soy como un fotógrafo de clóset y pues, ¿qué nos queda? Instagram nomás. Esas son mis referencias; incluso las series de televisión, que incluso superan muchas veces  a la literatura, por ejemplo The Sopranos, Breaking Bad, que se destacan como joyas.

4.- ¿Eres el hombre que sabía demasiado… de qué?

De echar a perder las cosas. A veces uno empieza a llevar una línea vertical y hay una circunstancia que la convierte en una cola de cochinito, que empieza a girar. Quizá es eso de lo que sé demasiado, cuando pienso en esa película me siento como una especie de espía, yo era ese hombre que sabía demasiado, cómo quería ver a estos personajes, tanto que me di el lujo de andar matando a cada rato a Hitchcock; que si algo tenía era que siempre había una especie de humor extraño en sus películas, así que pensé en meter estos guiños.

5.- ¿Qué te da vértigo?

La soledad. De repente enfrentarte a una situación de estar, pero no estar. Es algo que siempre me mueve. Antes el vértigo era el temor a la bomba atómica, ahora tienes más temor de que en la calle te salga un cabrón y te dispare, aparte de que estoy medio paranoico.

6.- ¿Alguna vez te ha obsesionado tanto una idea como al protagonista de La ventana indiscreta?

Sí, soy muy obsesivo con los detalles. Hay una idea que me está rondando últimamente, qué ha cambiado en la mirada del hombre contemporáneo para ver un accidente, un muerto, y tomarle una foto o un vídeo y subirlo a YouTube. Recordemos el caso de la mujer que tuvo un bebé afuera del hospital, todos hablamos de los servicios de salud, pero ¿y el cuate que la estaba viendo? ¿Por qué no la ayudó? Ahora todos queremos ser testigos de todo. Me acuerdo de una película de George Romero en donde hay un montón de zombis y empiezan a matar a alguien y le dicen a un personaje “oye, vamos a ayudarlo” y él dice “no, no, nosotros sólo somos testigos”. Y pues, ay cabrón.

7.- Seguramente Freud habría tenido mucho que decir de Norman Bates y su madre, ¿qué crees que diría de tu libro?

Seguramente que la tenía muy chiquita o que quería acostarme con un caballo. No sé, ese Freud divagaba un poco, pero seguramente diría que tengo broncas serias.

8.- Además de Hitchcock, ¿qué otros cineastas influyeron en tu forma de contar historias?

Jim Jarmusch por el blanco y negro; Wes Anderson por los colores. Son los dos directores que más me han marcado, junto con Romero. El mismo Tarantino, pero no sé qué tanto pueda meter de él sin verme como haciendo una festividad.

9.- ¿Alguna historia de moteles que gustes contar?


Alguna vez me contaron, yo no la viví, me la contaron, sobre una pareja que está con la pasión, se están trepando uno sobre el otro, una cochinada pues. Pasa el tiempo y al otro día se dan cuenta de que las cortinas están abiertas. Están frente a la recepción y seguramente tuvieron también su diversión. No quiero pensar mucho en ello, pero puede que haya pasado. 

miércoles, 23 de octubre de 2013

Entrevista a Lorena Amkie

Aquí está la entrevista que hice a la autora de Gothic Doll, que también debe aparecer en La Rocka. 

Entrevista a Lorena Amkie

1.- ¿Qué sientes al terminar la historia de Maya? ¿Te despides para siempre o es apenas un hasta luego?

Mucha tristeza. No sé si vaya a retomarlos, pero me parece que por el momento me estoy despidiendo. Más que descansar creo que contesté lo que tenía que contestar. Me siento triste, con sentimientos encontrados, como con un hijo, o eso me dicen las mamás.

2.- Podría decirse que estamos viviendo el auge de las sagas juveniles, ¿por qué concluir ahora?

¿Por qué no diez libros? Yo escribo con base en preguntas, me preguntaba cómo sería la inmortalidad hoy, en México, con gente de esta época y mi pregunta principal, que era si yo quería la inmortalidad. Después de la trilogía me doy cuenta de que no, que está demasiado ruda la eternidad. Busqué distintos puntos de vista, ya conocí a mis personajes y ya me respondí, pero ahora surgen otras cuestiones que deben responder otros personajes.

3.- Las sagas juveniles se han vuelto un producto de consumo masivo con gran presencia en las redes sociales y con adaptaciones cinematográficas de calidad variable, ¿lo tienes en consideración a la hora de escribir? ¿Te dejas llevar?

No tengo en cuenta las opiniones a la hora de escribir; si no, terminaría escribiendo lo que todos quisieran. Sí creo que es bueno que la literatura se convierta en un producto de consumo. Es un cambio. Cuando era joven a mí me molestaban por leer, era de ñoños y estudiosos y pues qué maravilla que esté cambiando gracias a estas sagas. Nadie se inicia en la literatura leyendo El Lazarillo de Tormes, uno debe empezar leyendo algo que le guste, algo que le interese.

4.- Tú empezaste leyendo Mujercitas

Esa fue la primera vez que dije “me quiero sentar a leer”.

5.- Ante la oleada de libros que abrevan de las mismas fuentes, ¿por qué continuar escribiendo gótico?

No sé si mi literatura es gótica. Tengo historias que contar y sólo quiero contar una buena historia. Hoy fueron vampiros y mañana será otra cosa.

6.- Sin duda las cosas han cambiado para Maya desde Gothic Doll, empezando por el diseño de los libros, que se ha vuelto más maduro y siniestro, ¿cómo te enfrentas al prejuicio que pudiera haber hacia la literatura de vampiros?

La pregunta típica es “¿por qué otra serie más de vampiros?” pero yo preguntaría por qué otra historia de guerra o de amor. Uno debe contar una historia sin importar el mundo en que esté basado, cualquier tema ya se ha escrito, pero lo importante es el punto de vista original y que sean buenos personajes. Creo que muchos hombres se han perdido la oportunidad de leer la serie por el diseño del primer libro, porque creían que era para niñas chicas, pero hay escenas en donde aparecen desmembrados y sangre, así que no es una literatura para niñas ni nada. Yo les digo “fórrenlo, llénenlo de calaveras y cosas malas”, pero poco a poco más hombres también empiezan a leerlo.

7.- ¿Cuál es el lado oscuro de Lorena Amkie?

Esto que están leyendo. Yo soy de esas niñas que en la escuela nunca rompían un plato, que se portaban bien, pero toda mi violencia y mi lado oscuro los saco en la literatura. Hay una fracción mía por el lado de las sombras desde estos seres hasta otras cosas, como relaciones con gente inadecuada. Me gusta mucho vivir en el límite, lo más blanco y lo más negro. Es muy emocionante, pero muy cansada.

8.- Esta idea del abandono del creador me recuerda a Frankenstein, ¿qué libros de este período te marcaron?

Ese libro me parece una de las historias más tristes e increíbles que he leído. La humanidad del monstruo es algo que busco mostrar, tal vez si aceptamos la humanidad en el monstruo aceptemos la monstruosidad en el humano; claro, esta historia y los clásicos de vampiros influyeron, pero lo importante son los personajes, que han salido de toda la literatura he leído.

9.- ¿Qué recomendarías a los chicos que comienzan a leer?


Que se vayan por algo que les interese, que no intenten leer LA LITERATURA, así en mayúsculas, sino que lean algo que les llame la atención, seguro van a encontrar algo. Por favor suban el promedio de lectura, que sea más de un libro al año. Lo que pasa con estas series es que están cambiando la forma de ver la lectura, tiene que poder ser algo accesible, que te permita ver otras cosas. Cuando era niña los libros de la SEP traían los cuentos de Quiroga, y no me identificaba con nada de eso. No había manera de conectarme. Creo que estas nuevas series logran eso.